Esclavas De María Inmaculada | Fiesta de la Madre Juana María
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Fiesta de la Madre Juana María

17 Ene Fiesta de la Madre Juana María

Mensaje con motivo de la Festividad de la Beata Juana María Condesa Lluch

A las Esclavas de María, los colaboradores de nuestras obras y apostolados, los destinatarios de nuestra acción pastoral, los simpatizantes de nuestro carisma, …:
Un acontecer de Dios para el mundo obrero fue el lema escogido para la beatificación de la Madre Juana María, cuyo 20 aniversario conmemoramos este año 2023.
Este aniversario nos invita a volver nuestra mirada agradecida a una mujer elegida por Dios para una misión singular. Elección por la que Juana María se fue sintiendo a lo largo de sus días amada con ternura, con ese amor de predilección con el que sólo Dios sabe y puede amar. Amor que ella quiso, intentó y supo transmitir a las obreras. Amor que hizo que su existencia fuera para ellas un acontecer de Dios: el transitar de Dios por sus vidas cansadas, extenuadas y laceradas.
La Madre Juana María fue una mujer inflamada de amor, amor de Dios y amor a Dios. Fue una mujer que albergó en su corazón el amor de Dios que le aguijoneaba el alma para ser derramado a manos llenas, para ser derrochado cual caro perfume, para ser sembrado y esparcido entre todos aquellos que se cruzaran en su camino.
El amor ardiente que Juana María experimentaba lo vertió con desmesura en amor al prójimo mediante actos de caridad que atravesaron el tiempo y el espacio. Como testamento de ese amor atemporal, como fruto de su unión indisoluble con Dios, como prolongación de su abnegado vivir, nos legó la cosecha de sus desvelos, la obra de su firme constancia y la consecuencia de su plena convicción de procurar en todo momento la voluntad de Dios para ella: la Congregación de Religiosas Esclavas de María Inmaculada, en la que prevalece el cariño admirable, hecho caridad solícita y humilde oblación, fruto del transitar de Dios por y a través de su alma, hacia las obreras, las niñas, las hermanas… hacia los más desamparados que encontró en su peregrinar hacia el encuentro con Dios.
En una de las oraciones que se le atribuyen, ella misma refiere el gran amor que siente hacia Dios al que descubre, acoge y cuida en los pequeños del Reino: ‘Dirige tu mirada sobre mis queridas obreras, susténtalas con tu gracia […] Y a mí no me abandones en la tarea que por amor me he impuesto de socorrerlas y santificarlas…’
Bellas palabras que nos ayudan a acercarnos de puntillas al corazón de una mujer que aún hoy, más de un siglo después, quiere seguir latiendo y dando vida a los más vulnerables a través de nosotros, los que compartimos su carisma y espiritualidad.
Quizás la clave para poder continuar su obra, para ser, como Juana María, aconteceres de Dios, sea vivir como ella desinstalados, descentrados, desprotegidos. Desinstalados de nuestras seguridades, nuestras comodidades, de nuestro bienestar… Descentrados de nuestro yo, de nuestras nimiedades, nuestras naderías… Desprotegidos de nuestras corazas, nuestras barreras, de nuestros refugios…
Vivir desinstalados supone invertir nuestros valores y nuestras opciones para dar cabida a la pequeñez, la pobreza y la debilidad en nuestra vida, para acoger, acompañar y orientar a todo aquel que necesite una luz en su camino. Juana María se desinstaló de la seguridad que le aportaba su clase social para emplazarse allí donde únicamente cabían la fragilidad y la precariedad.
Existir descentrados nos lleva a otear el horizonte y deambular por los senderos del éxodo, de la salida de nosotros mismos, para centrar nuestras vidas únicamente en Dios, descubriendo que El sigue entre nosotros a través de los más desfavorecidos: la ‘chica’ que da (porque realmente los tiene) problemas, la niña o el niño inquieto y rebelde, el/la joven que vagabundea sin sentido, el obrero sin trabajo, la mujer sola con hijos… Juana María fue una mujer que supo poner a Dios en el centro de su vida y desde El descentrarse para compartirse, para entregarse gratuitamente.
Habitar desprotegidos nos hace palpar la vulnerabilidad (en todos los sentidos) en la que tantas personas, quizás más cercanas a nosotros de lo que pensamos, viven inmersas. Juana María al desprotegerse del refugio que le proporcionaba su familia se vio lanzada a transitar y apostar su vida por el camino de liberación de las obreras.
La Madre Juana María vivió la vida en clave de Evangelio, que en su cotidianeidad se tornó palabra y gesto, acción y contemplación, escucha atenta, susurro agradecido, silencio comprensivo, servicio comprometido…
Hoy, dos décadas después de su beatificación, Juana María quiere seguir siendo, por medio de cada uno de nosotros, un referente para las mujeres trabajadoras más desprotegidas, los niños más frágiles, los jóvenes más desorientados… un referente para quienes se entrecrucen en nuestras vidas.
Hoy, Juana María sigue siendo ese acontecer de Dios que a ti y a mí nos cautivó y nos animó a caminar tras sus huellas.
                                                     Hna. María Dolores Sempere, superiora general

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