07 Sep Fidelidad
Siguiendo la tradición arraigada desde los primeros años de la Congregación, como refieren las Constituciones de 1911 (Cap. VII, art. 10º): ‘Todos los años se celebrará, con el mayor recogimiento posible, por las Hermanas profesas de votos perpetuos, la piadosa práctica de la renovación de los votos, cuyo acto tendrá lugar el día de la Natividad de Nuestra Señora’, las Esclavas de María renovamos un año más, teniendo como modelos y apoyos a la Virgen María y la Madre Juana María, nuestros votos de Castidad, Pobreza y Obediencia.
Renovar nuestros votos significa renovar nuestro compromiso de fidelidad. Fidelidad a nuestra propia vocación y fidelidad a la Congregación, en cuyo seno desempeñamos nuestro apostolado con el espíritu de la Madre Juana María; pero sobre todo fidelidad al Dios siempre fiel que ha escrito una historia de salvación en clave de alianza entre El y cada una de nosotras. La fidelidad de Dios nos urge a hacer de nosotras mismas una entrega total, una oblación al servicio del proyecto del Reino, para que con María Inmaculada transmitamos a todos la alegría del Evangelio.
María es la Mujer fiel que nos invita a vivir en fidelidad a la profesión emitida, al sí entregado a Dios, al ‘Hágase’ pronunciado con nuestros labios y nuestro corazón, al Fiat que debemos ir haciendo realidad en nuestra vida de cada día. María, perseverante en su fidelidad desde la Anunciación hasta la Asunción, nos acompaña en nuestro camino de consagración, ayudándonos a vivir la radicalidad de nuestra opción (‘Hágase en mi’) desde el amor, el discernimiento y la búsqueda de la voluntad de Dios (‘según tu palabra’), perseverando en la fidelidad.
Fijándose en María, la Madre Juana María supo recorrer su propio camino de fidelidad y perseverancia: sobrellevando con amor las dificultades y superando con entereza los escollos de su caminar, asumiendo con determinación los impedimentos y aceptando con serenidad las decisiones que obstaculizaban su proyecto; Juana María perseveró con firmeza y tenacidad sostenida por la oración, sustentada por la Palabra y nutrida por la Eucaristía.
Renovar nuestros votos en este tiempo convulso en el que vivimos, con la incertidumbre de qué nos deparará el futuro inmediato a causa de la pandemia que afecta a todas las naciones, es optar libremente por vivir arraigadas en los valores evangélicos: cercanas, comprensivas y compasivas con las realidades de dolor y sufrimiento que cada día vislumbramos, testimoniando con nuestra vida la perseverancia de la fidelidad.
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